viernes, 2 de marzo de 2012

Mis reuniones son deporte de riesgo

Mis reuniones de trabajo se han convertido en un deporte de riesgo.

Hace dos miércoles, en pleno comité de seguimiento de un proyecto, me saltó la uña del meñique del pie derecho. Encogí el dedo, y noté que se me enganchaba en el calcetín (rrraaasss!)

Ya sé lo que estáis pensando. Lo confieso: tenía las uñas un poco largas... pero no eran para tanto.

Aguanté hasta el final de la reunión, con la cara más amarga que un limón, y salí pitando al baño.

Cuando me quité el calcetín, con el pie apoyado en la cisterna del water, me quedé blanco. Tenía toda la uña levantada, todavía sujeta por la raíz, y no sabía si arrancármela o pegarla de vuelta en su sitio.

Al final, opté por lo segundo: me enrollé el dedo como pude con un trozo de papel higiénico y me volví a calzar.

Lo siguiente que hice fue llamar a mi podóloga, para ver si podía hacer una visita de urgencia. Diez minutos después, me colaba en su consulta.

Por suerte, la matriz de la uña estaba bien: recortó el resto suelto, me repasó los dos pies (durezas incluidas) y dos semanas después vuelvo a tener una uña, aunque se le ve todavía un poco enclenque.

Purple Doc's & Argyle Sox

Fuente: Flickr
Foto: Purple Doc's & Argyle Sox (nikoretro) CC BY-SA 2.0

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