sábado, 10 de marzo de 2012

Un programador un poco callado

Hace un par de años, contratamos a un programador en mi empresa; llamémosle Juan. Era un poco callado, pero el compañero que lo entrevistó pensó que tenía potencial.

Desde ese momento fue pululando de proyecto en proyecto. Al finalizar cada uno, mis compañeros decían "sí, sí, va muy bien, pero no lo necesito más". Y en una de éstas, hace unos meses, cayó en mi equipo.

Casi el mismo día de su aterrizaje, Juan vino a verme y me dijo que tenía una oferta para irse a otra empresa. Como todo el mundo me decía "sí, sí, va muy bien", y mi proyecto iba justo de fechas, le hicimos una contraoferta. Y se quedó.

En pocas semanas ya me había dado cuenta de que Juan era bastante paquete, y mis compañeros bastante cabrones. Y pensar que se podía haber ido por su propio pie, y en cambio le subimos el sueldo...

Además, por lo que hemos visto luego, no es que sea un poco callado: es que tiene conductas de lo más extrañas. Se sienta delante del ordenador rígido como una estatua; no mueve los hombros, ni el cuello. Sólo mueve la mano del ratón, adelante y atrás, mira a su alrededor como de reojo, y a veces asiente, sonriendo para sí mismo.

Hace tiempo que lo queremos despedir, pero no nos atrevemos. Pensamos que, al día siguiente, se presentará en la oficina con una katana. O con una recortada y se liará a tiros.

En la comida, bromeamos entre nosotros ("que lo despida el que lo fichó", "han movido a X al lado de Juan; ahora está en primera línea de fuego"), y nos reímos de la situación, pero son risas nerviosas: en el fondo le tenemos miedo.

El lunes mi empresa anunció un ERE, y Juan está en la lista negra. Ya sé que es un drama, tal y como están las cosas, pero yo no puedo evitar pensar que el día de la katana se acerca...

Aunque, bien mirado, ahora podemos echarle la culpa a esos jefazos de Madrid que siempre están dando por culo. Les pediremos que vengan a la oficina de Valencia a comunicar los despidos, a dar las cartas en persona.

Con un poco de suerte, Juan acabará la munición antes de fijarse en nosotros, escondidos detrás la fotocopiadora o de la máquina de café.

Vida en la oficina
Fuente: Flickr
Foto: Vida en la oficina (Antonio) CC BY-NC-SA 2.0

No hay comentarios:

Publicar un comentario