domingo, 27 de marzo de 2011

Pausa

Esta mañana me he levantado con la intención de darle al botón de pausa y ver mi vida desde fuera. Y aquí estoy, en el sofá, con el mando a distancia todavía en la mano, viendo los detalles congelados de mi existencia.

El sonido se amortiguó muy rápidamente; ahora sólo escucho mi respiración (que suena a buzo dentro de una escafandra). Por la ventana, veo los árboles eternamente despeinados por el viento, y una bolsa de supermercado que flota a dos palmos sobre el suelo.

Me paseo por la casa, de normal tan vacía y silenciosa como ahora mismo. Llego al dormitorio. Algo me llama la atención en la ventana.

Es la intensidad de la luz, que decrece poco a poco. El cielo va perdiendo su color azul; acaba de desaparecer la luna, casi de golpe; el cielo se convierte en una noche sin estrellas.

Me paseo por la casa, ahora mismo más vacía y silenciosa de lo habitual. Vuelvo al dormitorio. Un no-algo me llama la atención en la ventana.

Una sombra se extiende hacia mi casa, engullendo todo en un círculo cada vez más estrecho; un rato después, sólo queda el parque que se ve desde la ventana.

Creo que no ha sido una buena idea detener el tiempo. Me he dejado el mando a distancia en el salón, y vuelvo, a por él, corriendo. Moléculas de polvo, suspendidas, (ancladas) en el tiempo, se calvan en mi piel mientras avanzo (con prisa, pero despacio).

La luz mengua cada vez más rápido. Encaro la puerta del salón por la silueta apenas recortada sobre un fondo cada vez más oscuro.

Tropiezo con la mesita de centro, que no se mueve un milímetro. Ya no veo nada en absoluto, salvo dentro de una burbuja de luz en la que todavía floto. Encuentro el mando a tientas (la burbuja menguante ha dejado fuera mi mano), y comienzo a pulsar botones al azar, intentando encontrar la pausa (ya sólo alcanzo a intuir la silueta de mi nariz).

Dentro de mi urgencia, me detengo un instante: visualizo la disposición de los botones. No sé qué pasaría si le doy por error al Stop.

Mini DV Deck
Fuente: Flickr
Foto: bredgur CC BY-SA 2.0

sábado, 12 de marzo de 2011

Vivaldi

Un banco solitario, a pesar de su presencia. Hojas que trazan círculos entre sus patas (alguna de ellas logra el suficiente impulso para levantarse del suelo un palmo, dos, tres...) El cielo gris deja entrever el sol poniente, y algunas nubes ven perfilados sus bordes con hilo de oro. En la zona de juegos, un balancín marca compases cada vez más breves.

Una hoja seca deja su pirueta interrumpida a un metro de mis ojos. Giro, la mirada fija en la hoja, rodeándola. Es absurdo, imposible, vacío, sinsentido. El tiempo se detiene.

El tiempo se reanuda. El mundo se llena, y de nuevo todo es posible, real. Aparta los ojos, mientras la hoja, verde, continua sus evoluciones.

Cortes acompasados por el brazo que se balancea, sembrando la zona de muerte. Un hilo de sangre recorre el perfil del rostro de Luna, los ojos vidriosos perdidos en el cielo gris. El sol poniente se refleja en la pupila, mientras el asesino se aleja uno, dos, tres metros. El viento impulsa su pasos, al tiempo que enreda hojas en sus piernas. Deja a sus espaldas un banco solitario.

like a stone
Fuente: Flickr
Foto: lecates CC BY 2.0

miércoles, 2 de marzo de 2011

El infiltrado

Ha surgido hoy en la comida: un compañero me ha preguntado si conocía al nuevo. "El que se siente en la mesa al lado del pilar, donde antes estaba Alberto". Al contestar que no, me ha indicado que nadie lo conocía; que, de hecho, lleva varios días llegando a la oficina a primera hora, sentándose en la misma mesa y pasando las nueve horas cara al ordenador. No habla con nadie, nadie lo ha presentado al resto de compañeros, y nadie le ha pedido explicaciones.

Yo debería conocerlo, ya que soy el responsable de la mitad de la planta. El colega que lleva la otra mitad tampoco sabe nada de él. Pensamos que se ha equivocado de empresa y que nadie ha tenido el valor de decírselo, o que es un infiltrado de algún cliente (y lo han enviado para espiarnos).

El chico no molesta: no se queja de los horarios, no pide carrera profesional, no estornuda fuerte, no fuma en el baño. Sólo espero que no quiera cobrar a fin de mes.